Se
acostumbran las paredes a nuestros gritos, ya el tiempo ha transcurrido. Camino
sin rumbo fijo, mientras ideas fértiles de pasión me inundan. Tomo tu mano, intento
aferrarme a ella, ya no te siento a mi lado. El frio quiebra mis labios, y por
mas que intento dejarlos húmedos como tú lo habías dejado, se desvanecen por la
falta de tu querer.
Como
decirte que mis palabras se llenan de angustias, como enseñarte la verdad que
esconden mis besos ante los tuyos. Y no pienso en que el destino nos logre
separar, de lo que ya hemos construido. No creo que olvide tu rostro cuando la
luz del alba se haya partido delante de mis ojos. Quizás la vida desea que no
nos amemos. Quizás el amor está jugando con nuestras lágrimas desechadas en la
soledad.
El
corazón no deja de palpitar, los labios no me dejan de titubear. Cierro mis ojos,
busco la oscuridad, pero sé que aún ahí estás. Intento desviar mi mirada, sin
embargo caigo vencido ante el abrazo que me das. Y siento una fuerte avalancha
mientras me entrego a tus brazos.
Tu
nívea piel se ve confrontada con las yemas de mis dedos, mientras tomo camino
en la cordillera de tu cintura. Tomando una leve descenso sobre tu vientre, una
caricia se toma el atrevimiento de correr hacia su cuello, tomándola por
sorpresa un beso depositado en su cuello.
No
sé como el corazón se aferró a las pasiones de tu ser. Suspiro un vacío
profundo blasfemando contra el amor. Y siento una ansiedad de volver a repetir
las escenas de pasión.
El
vino tomó su curso en nuestros cuerpos, la luna nos sonrió en la fría noche de
setiembre, mientras la fuerte tormenta se veía a las cercanías de nuestros
cuerpos. Mientras la noche nos consumía, nuestros cuerpos yacían desnudos,
abrazados a la duda de saber si nos estamos amando.
Corro
sin cuidado a tu reclamo de estar a tu lado. Corro como un loco buscando una
dosis para calmar su locura. Corro en busca de tus besos sin esperar que me
sean negados. Corro sabiendo que me abrirás la puerta para dejarme la de tu
corazón entre abierta.
Juego
con tu mirada, mientras mis labios se deslizan sobre tu cuello. Te acomodo el
pelo, te tomo de la cintura y ríes ante mis ojos. Como explicar a mi corazón,
como dejar en claro que te amo más que mi propia razón.
No
sabía que tan ceremoniosamente te amo, no sabía que dormiría aferrado a tu
lado. No sabía que sentiría tu respirar junto al mío. No sabría cómo explicar
la risa que sigue en mí cada día. No sé cómo amarte cada día, sin embargo solo
sé que llenas de luz mi vida.
No
sentimos el frío, sentados estamos en la cama. Tú apoyas tu cabeza junto a mi hombro.
El silencio se expone entre nosotros. Te tomo de la mano... la acaricio y me
regocijo en el abrazo que me das. Mientras tanto, no sentimos frío.
La
balada de los besos esta como primera función, mientras las caricias esperan
hacer su entrada triunfal. Los besos se toman el tiempo sin mezquinar a la
pasión quien corre a su lado, cubriendo con su velo. Y la escena de las caricias
que se llenan de ansiedad, subiendo y bajando por el cuerpo. El beso mientras
se toma su tiempo... culminando con la función más larga jamás vista, robando
el respirar, erizando la piel de uno. Mientras la caricia sigue esperando...
Ella
perfuma mi cuerpo, mientras desliza sus besos en mí. Ella hace sucumbir mi piel
cuanto la siento que se arrima a mí. Ella cultiva su pasión en mí... mientras
duermo abrazado a sus sentimientos.
No
concilias el sueño por las noches, mientras doy vueltas en la casa con la
angustia de amor de mis palabras. Y quizás mejor así, y que el tiempo nos
dicte el veredicto final.
Busco
en mis pensamientos la aurora de tus ojos. Queriendo sofocar la pasión que
surgen de ellas. Camino bajo la tenue lluvia buscando algún recuerdo tuyo, o
palabras entre buscada para definir lo que siento. Y tan solo encuentro la
duda, que se desviste ante mis ojos.
No
deseo acostumbrarme a tus besos, ni ser parte de tu olvido. Quisiera
convertirme en la brisa que ahuyenta tus temores, la soledad en compañía, la
vida que te falta, la madrugada con caricias escondidas en la oscuridad. El
suspiro convertido en risas. La angustia desesperada de amar cada momento. La
lluvia que no te deja salir, y tu manto en los días de frio.
Junto
a la ventana se posa una orquídea, mientras los rayos del sol la abrazan con su
lumbre. Tú observándola en tu silencio, mientras las horas pasan. Y llegan los
recuerdos de ese amor que esta junto a ti.
Consumido
en tus besos, mientras tu larga cabellera se atraviesa sobre mi rostro.
Te abrazo y me quedo mudo. La piel se nos eriza sin motivo alguno, mis manos
que se deslizan sobre tu espalda. Te observo, quedándome en el silencio de
nuestros sentimientos.
El
catar de tus labios es la emoción de la pasión en carne viva. Son mi
licor en las noches sin alcohol. Y no dudo de juntar mis labios junto a los
tuyos. No dudo en amarte como lo he hecho desde que estuve a tu lado desnudo.
Si
estas palabras tomaran vida, te consumirían de pasión. Y si estuviese dentro de
tu sueño siendo un sueño? Quizás mejor así, un sueño que no deseas despertar de
ella, todo comenzó contigo y quiero continuar amándote sin arrebatos del
corazón. Si mis palabras te acurrucaran las dudas existentes, si supieras que
para mi eres mi luz del oriente.
Busco
en el horizonte de tus ojos las respuestas que la vida no me dio, busco lo mas
infinito de tu luz en mi ser. Avanzo sin rumbo a los senderos que me fijaste, y
comienza a caer las noches, la razón me dicta que mis sueños no se fabrican si
no estoy contigo.
Ya
no me importa mas nada, ya las hojas han caído, la luna se oculta bajo su
silencio. La brisa que canta en los orificios de una ventana. Mientras los
grillos callan su canto sintiendo mi camino. Ya no me importa más que la nada,
ya no me importa si crees que me amas, mientras duermo en tu cama.
El
mundo puede cerrar su tienda, sus días, puede caer las montañas, callar el
trino de las aves, dejar que la brisa nos acaricie, que el sol nunca muera en
el atardecer. Puede la lagrimas convertirse en sal, los besos en simples roses,
el silencio en el grito mas desesperante, la muerte en la amiga que nunca
deseamos, puede caer velo de esta vida, pero nunca podre volar cual vuelo de la
mariposa deleita a los ojos, si no estás a mi lado.
Los
recuerdos son la piedra que cargamos en nuestra espalda. El amor solo deja
fisuras en el alma. Mientras golpeamos nuestro pecho para poder soportar el
dolor. Cuando en la esquina de nuestra soledad dejamos a la esperanza en el
olvido.
¿Cómo
sano tus heridas abiertas dejadas por los años? ¿Cómo comparto con el silencio
la idea de poder amarte? ¿Cómo se cuando debo escalar en tus pensamientos, para
llenarte con tus deseos? ¿Cómo sabré si el amor nos desea arrebatar lo que hoy
ya está escrito?
Llevo
una espina clavada en mi pecho, mientras el susurro de los recuerdos me
transportan con sus imágenes a tu querer. Y caigo en llanto, arrodillado,
suplicando al olvido el destierro del amor que siento por ti.
Denominadas
palabras compuestas, entre buscadas, demasiados temores, sensaciones, pasiones,
caricias. Demasiadas dudas para aceptar lo divino de este sentimiento,
demasiado tiempo lleva el corazón tratando de entender lo que es este
sentimiento.
¿Qué
buscamos en nuestro silencio? ¿Qué desea el corazón de nuestros cuerpos? Por
qué te amo tanto, carcomiéndome en la ansiedad de gritarlo? ¿Por qué?
No
puedo evitar gesticular y temblar ante tu presencia. No puedo disimular que
muero por arrebatarte algunos besos. No comprendo el arribo de tu risa y el
suspiro ante mis humildes caricias. No entiendo por qué el tiempo consumió sus
botellas en tu compañía.
Las
hojas se desmayan ante tu camino, el frio quiebra tus labios. Te abrazo, se me
eriza la piel. Te regalo un beso apasionado, tú, la vida que me falta. Y
seguimos caminando…
Caigo
rendido a tu alcoba, observo tus ojos destellantes en la oscuridad. Consumido
por tus caricias me entrego a un te quiero y abrazo. Como no olvidar tus
caricias en la larga noche de frio.
Tengo
cadenas que me detienen ante tu presencia. Gritos de pasión consumen los nudos
de garganta. Lagrimas que se convierten en arena. Suspiros que causan pellizcos
en el corazón. Y la palabra te amo perdida en la voz baja de tus oídos.
Un
pequeño sentimiento crece dentro de mí. Plasmado de grito. Una orquídea
abandonada, una sabana con perfume de pasión, y el hueco de mi ausencia,
quebrada en la noche por la duda de saber si realmente me amas.
Eres
la paz de mis días, la ansiedad en mi noche de pasión, eres el abrazo necesario
para el dolor, la chispa de alegría de mi corazón. Eres fugaz, sublime y
rebelde, eres todo lo que la noche alguna vez me arrebato.
Consumido
por la noche, busco entre mis hojas un conjunto de palabras para definirte. Y
tan solo encuentro la verdad de las mismas, sin rodeos, solo encuentro que te
amo sin definición, ni palabra más justa.
Tantas
cosas no llego a entender que están ahí adentro tuyo. Lo innegable de tu alma
espiritual, lo inconfundible del saber amar. No puedo ignorar ese sentir, de tu
amar.
Te
busco en mis noches, imploro al cielo un llamado a mi ser. Suspiro en lo
profundo de la oscura noche y duermo bajo los recuerdos que dejaste en mí.
Canto
tu nombre, busco abrir las puertas de tu paraíso y expongo ante tus ojos mis
sentimientos más profundos. Esperando de tu silencio el apocalipsis de tu respuesta.
El
tiempo es el ahora de nuestros besos, con los errores, aceptando que muerto
estaré, me acordare siempre de tu corazón, recordare siempre que nos fundimos
bajo el cielo nocturno de septiembre, bajo el fulgor de la pasión.
Danza
ante mis ojos, mientras mi silencio se convierte en el grito más fuerte. Y
cierro los ojos, buscando despertar en la realidad de lo relativo que es
nuestro amor.
José
Gómez Sanabria