martes, 24 de enero de 2012

Simbiosis


Se acostumbran las paredes a nuestros gritos, ya el tiempo ha transcurrido. Camino sin rumbo fijo, mientras ideas fértiles de pasión me inundan. Tomo tu mano, intento aferrarme a ella, ya no te siento a mi lado. El frio quiebra mis labios, y por mas que intento dejarlos húmedos como tú lo habías dejado, se desvanecen por la falta de tu querer.

Como decirte que mis palabras se llenan de angustias, como enseñarte la verdad que esconden mis besos ante los tuyos. Y no pienso en que el destino nos logre separar, de lo que ya hemos construido. No creo que olvide tu rostro cuando la luz del alba se haya partido delante de mis ojos. Quizás la vida desea que no nos amemos. Quizás el amor está jugando con nuestras lágrimas desechadas en la soledad.

El corazón no deja de palpitar, los labios no me dejan de titubear. Cierro mis ojos, busco la oscuridad, pero sé que aún ahí estás. Intento desviar mi mirada, sin embargo caigo vencido ante el abrazo que me das. Y siento una fuerte avalancha mientras me entrego a tus brazos.

Tu nívea piel se ve confrontada con las yemas de mis dedos, mientras tomo camino en la cordillera de tu cintura. Tomando una leve descenso sobre tu vientre, una caricia se toma el atrevimiento de correr hacia su cuello, tomándola por sorpresa un beso depositado en su cuello.

No sé como el corazón se aferró a las pasiones de tu ser. Suspiro un vacío profundo blasfemando contra el amor. Y siento una ansiedad de volver a repetir las escenas de pasión.

El vino tomó su curso en nuestros cuerpos, la luna nos sonrió en la fría noche de setiembre, mientras la fuerte tormenta se veía a las cercanías de nuestros cuerpos. Mientras la noche nos consumía, nuestros cuerpos yacían desnudos, abrazados a la duda de saber si nos estamos amando.

Corro sin cuidado a tu reclamo de estar a tu lado. Corro como un loco buscando una dosis para calmar su locura. Corro en busca de tus besos sin esperar que me sean negados. Corro sabiendo que me abrirás la puerta para dejarme la de tu corazón entre abierta.

Juego con tu mirada, mientras mis labios se deslizan sobre tu cuello. Te acomodo el pelo, te tomo de la cintura y ríes ante mis ojos. Como explicar a mi corazón, como dejar en claro que te amo más que mi propia razón.

No sabía que tan ceremoniosamente te amo, no sabía que dormiría aferrado a tu lado. No sabía que sentiría tu respirar junto al mío. No sabría cómo explicar la risa que sigue en mí cada día. No sé cómo amarte cada día, sin embargo solo sé que llenas de luz mi vida.

No sentimos el frío, sentados estamos en la cama. Tú apoyas tu cabeza junto a mi hombro. El silencio se expone entre nosotros. Te tomo de la mano... la acaricio y me regocijo en el abrazo que me das. Mientras tanto, no sentimos frío.

La balada de los besos esta como primera función, mientras las caricias esperan hacer su entrada triunfal. Los besos se toman el tiempo sin mezquinar a la pasión quien corre a su lado, cubriendo con su velo. Y la escena de las caricias que se llenan de ansiedad, subiendo y bajando por el cuerpo. El beso mientras se toma su tiempo... culminando con la función más larga jamás vista, robando el respirar, erizando la piel de uno. Mientras la caricia sigue esperando...

Ella perfuma mi cuerpo, mientras desliza sus besos en mí. Ella hace sucumbir mi piel cuanto la siento que se arrima a mí. Ella cultiva su pasión en mí... mientras duermo abrazado a sus sentimientos.

No concilias el sueño por las noches, mientras doy vueltas en la casa con la angustia de amor de mis palabras. Y quizás mejor así,  y que el tiempo nos dicte el veredicto final.

Busco en mis pensamientos la aurora de tus ojos. Queriendo sofocar la pasión que surgen de ellas. Camino bajo la tenue lluvia buscando algún recuerdo tuyo, o palabras entre buscada para definir lo que siento. Y tan solo encuentro la duda, que se desviste ante mis ojos.

No deseo acostumbrarme a tus besos, ni ser parte de tu olvido. Quisiera convertirme en la brisa que ahuyenta tus temores, la soledad en compañía, la vida que te falta, la madrugada con caricias escondidas en la oscuridad. El suspiro convertido en risas. La angustia desesperada de amar cada momento. La lluvia que no te deja salir, y tu manto en los días de frio.

Junto a la ventana se posa una orquídea, mientras los rayos del sol la abrazan con su lumbre. Tú observándola en tu silencio, mientras las horas pasan. Y llegan los recuerdos de ese amor que esta junto a ti.

Consumido en tus besos, mientras tu larga cabellera se atraviesa  sobre mi rostro. Te abrazo y me quedo mudo. La piel se nos eriza sin motivo alguno, mis manos que se deslizan sobre tu espalda. Te observo, quedándome en el silencio de nuestros sentimientos.

El catar de tus labios es la emoción de la pasión en carne viva.  Son mi licor en las noches sin alcohol. Y no dudo de juntar mis labios junto a los tuyos. No dudo en amarte como lo he hecho desde que estuve a tu lado desnudo.
Si  estas palabras tomaran vida, te consumirían de pasión. Y si estuviese dentro de tu sueño siendo un sueño? Quizás mejor así, un sueño que no deseas despertar de ella, todo comenzó contigo y quiero continuar amándote sin arrebatos del corazón. Si mis palabras te acurrucaran las dudas existentes, si supieras que para mi eres mi luz del oriente.
Busco en el horizonte de tus ojos las respuestas que la vida no me dio, busco lo mas infinito de tu luz en mi ser. Avanzo sin rumbo a los senderos que me fijaste, y comienza a caer las noches, la razón me dicta que mis sueños no se fabrican si no estoy contigo.
Ya no me importa mas nada, ya las hojas han caído, la luna se oculta bajo su silencio. La brisa que canta en los orificios de una ventana. Mientras los grillos callan su canto sintiendo mi camino. Ya no me importa más que la nada, ya no me importa si crees que me amas, mientras duermo en tu cama.
El mundo puede cerrar su tienda, sus días, puede caer las montañas, callar el trino de las aves, dejar que la brisa nos acaricie, que el sol nunca muera en el atardecer. Puede la lagrimas convertirse en sal, los besos en simples roses, el silencio en el grito mas desesperante,  la muerte en la amiga que nunca deseamos, puede caer velo de esta vida, pero nunca podre volar cual vuelo de la mariposa deleita a los ojos, si  no estás a mi lado.
Los recuerdos son la piedra que cargamos en nuestra espalda. El amor solo deja fisuras en el alma. Mientras golpeamos nuestro pecho para poder soportar el dolor. Cuando en la esquina de nuestra soledad dejamos a la esperanza en el olvido.
¿Cómo sano tus heridas abiertas dejadas por los años? ¿Cómo comparto con el silencio la idea de poder amarte? ¿Cómo se cuando debo escalar en tus pensamientos, para llenarte con tus deseos? ¿Cómo sabré si el amor nos desea arrebatar lo que hoy ya está escrito?

Llevo una espina clavada en mi pecho, mientras el susurro de los recuerdos me transportan con sus imágenes a tu querer. Y caigo en llanto, arrodillado, suplicando al olvido el destierro del amor que siento por ti.
Denominadas palabras compuestas, entre buscadas, demasiados temores, sensaciones, pasiones, caricias. Demasiadas dudas para aceptar lo divino de este sentimiento, demasiado tiempo lleva el corazón tratando de entender lo que es este sentimiento.

¿Qué buscamos en nuestro silencio? ¿Qué desea el corazón de nuestros cuerpos? Por qué te amo tanto, carcomiéndome en la ansiedad de gritarlo? ¿Por qué?
No puedo evitar gesticular y temblar ante tu presencia. No puedo disimular que muero por arrebatarte algunos besos. No comprendo el arribo de tu risa y el suspiro ante mis humildes caricias. No entiendo por qué el tiempo consumió sus botellas en tu compañía.

Las hojas se desmayan ante tu camino, el frio quiebra tus labios. Te abrazo, se me eriza la piel. Te regalo un beso apasionado, tú, la vida que me falta. Y seguimos caminando…

Caigo rendido a tu alcoba, observo tus ojos destellantes en la oscuridad. Consumido por tus caricias me entrego a un te quiero y abrazo. Como no olvidar tus caricias en la larga noche de frio.

Tengo cadenas que me detienen ante tu presencia. Gritos de pasión consumen los nudos de garganta. Lagrimas que se convierten en arena. Suspiros que causan pellizcos en el corazón. Y la palabra te amo perdida en la voz baja de tus oídos.

Un pequeño sentimiento crece dentro de mí. Plasmado de grito. Una orquídea abandonada, una sabana con perfume de pasión, y el hueco de mi ausencia, quebrada en la noche por la duda de saber si realmente me amas.
Eres la paz de mis días, la ansiedad en mi noche de pasión, eres el abrazo necesario para el dolor, la chispa de alegría de mi corazón. Eres fugaz, sublime y rebelde, eres todo lo que la noche alguna vez me arrebato.
Consumido por la noche, busco entre mis hojas un conjunto de palabras para definirte. Y tan solo encuentro la verdad de las mismas, sin rodeos, solo encuentro que te amo sin definición, ni palabra más justa.
Tantas cosas no llego a entender que están ahí adentro tuyo. Lo innegable de tu alma espiritual, lo inconfundible del saber amar. No puedo ignorar ese sentir, de tu amar.
Te busco en mis noches, imploro al cielo un llamado a mi ser. Suspiro en lo profundo de la oscura noche y duermo bajo los recuerdos que dejaste en mí.
Canto tu nombre, busco abrir las puertas de tu paraíso y expongo ante tus ojos mis sentimientos más profundos. Esperando de tu silencio el apocalipsis de tu respuesta.
El tiempo es el ahora de nuestros besos, con los errores, aceptando que muerto estaré, me acordare siempre de tu corazón, recordare siempre que nos fundimos bajo el cielo nocturno de septiembre, bajo el fulgor de la pasión.
Danza ante mis ojos, mientras mi silencio se convierte en el grito más fuerte. Y cierro los ojos, buscando despertar en la realidad de lo relativo que es nuestro amor.

José Gómez Sanabria

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