sábado, 2 de julio de 2011

La ceguera de tu visión


Si alguna vez tus ojos pueden traspasar la neblina que obstaculizan su visión, podrás ver el interior de este hombre y sabrás que tu mirada es para mi el cuarto menguante de la luna después de un día lluvioso.
Si me preguntas si tengo esperanzas te diré que creo que algún día en los arroyos de mi pueblo correrá la misma agua que corre en el de los oligarcas, en su mesa se servirá el mejor pan y no habrá ricos ni pobres, pero siempre existirán los pobres de amor como en este momento lo soy yo.
Si superan la miopía del mundo físico, sabrás que en mi corazón hay un Bañado Sur, una Chacarita, una Villa, una Favela, que existen niños hambrientos que te observan como si fueras un pastel detrás de una vitrina, como a un juguete que un niño rico rechazó, como un analfabeto observa una película extranjera subtitulada, como una madre soltera adolecente observa a unos estudiantes en el colegio.
Si se escapan del humo enceguecedor podrás ver lo hermoso del gris el blanco en el negro, la luz en la oscuridad, la flor en la deforestación, el agua en el desierto la sabiduría en la inocencia.
Si quieres vivir en mi pobreza  te la daría para que cuando vivas en ella te pueda cuidar, como una madre pobre  cuida las ropas de sus hijos cuando las lava, como un viejo jubilado cuida sus ahorros, como mi padre cuida las flores de los jardines de sus patrones para darnos de comer, como yo cuidaba el trompo araza que me dio mi madre con el poco dinero que le sobraba.

Héctor Marín

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