lunes, 4 de julio de 2011

Ineludible

Para no hallarte quise dejar pasar el tiempo,
pero el tiempo madrugó,
y allí apareciste de mi eterno sueño,
envuelta en mil hojas de color marrón.


Para no oírte grite en el silencio,
pero en m i silencio tu voz irrumpió,
y en las dulces notas de aquella cítara,
tu agudo susurro me ruborizó.


Para no mirarte me vendé los ojos,
más tu fuerte imagen allí se adentro,
y mis dos pupilas ahogadas en llanto,
férvidas cayeron en tu fiel crisol.

Para no hablarte censuré mi boca,
más en tu presencia mi voz afloró,
y no dije nada porque mis gemidos,
al ser desatados clamaron amor.


Para ya no amarte intente olvidarte,
más la retahílas acometieron mi mente,
inane quede deseando tu cuerpo,
sumido de nuevo ante tu iniquidad.

Jorge Leguizamón

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