Al compás de la miseria, los niños
hambreados,
jugaban al banquete de la última
cena.
Los perros babeaban sobre la prostituta
de Tarsis.
Cada noche, con el dolor de la ignominia
se excitaban.
Mientras sus hijos abortados esperan
el responso… de la vergüenza y el
oprobio.
Perros altaneros, con el dolor de
la rabia, arrancan un pedazo de sus
pechos…
Para niños dormidos, en las esquinas
de los cementerios… el juguete
olvidado y las velas derretidas.
Juan Osmar Leguizamón
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